El Centro de Visitantes forma parte de las instalaciones de difusión de del ITER junto con el paseo tecnológico y es obra del arquitecto ganador del concurso de las 25 Viviendas Bioclimáticas, César Ruiz - Larrea.
El arquitecto recibió el encargo de diseñar este edificio que debía servir de acogida a los visitantes del complejo y en el que además se expusieran los resultados de la monitorización de las viviendas una vez realizada. Fruto de este encargo fue el edificio del Centro de Visitantes, diseñado siguiendo criterios bioclimáticos y de máxima adaptación al entorno.
Además de cumplir esta misión, el Centro de Visitantes sirve de antesala a la visita al Paseo Tecnológico y a las 25 Viviendas Bioclimáticas.
Con el fin de maximizar la eficacia educativa del Centro de Visitantes, el mismo cuenta con un recorrido expositivo en el que se pretende captar la atención del visitante sobre la cuestión energética, las fuentes tradicionales, sus repercusiones sobre el medioambiente, su carácter limitado, así como sobre la alternativa que suponen las fuentes renovables. Presenta módulos sobre las diferentes áreas, audiovisuales, ordenadores con páginas navegables, etc.
Durante la visita se proyecta un documental que se elige en función de las características del grupo, como “La energía de la vida” producido por el ITER o “Islas Renovables Europeas” del proyecto European REislands entre otros.
El Centro cuenta además con una sala de conferencias con capacidad para aproximadamente 100 personas, además de una tienda con objetos relacionados con la ciencia y las energías renovables, y una cafetería.
El Centro de Visitantes es por encima de todo un edificio bioclimático, que consciente de que alterará un territorio específico, intenta hacerlo desde el respeto a la naturaleza y a su entorno. Procura mimetizarse con el lugar y su orografía. Para conseguir esto se deja a las curvas de nivel materializarse y construir el edificio, sin permitir que ninguna geometría extraña se imponga a la topografía del territorio. Sus formas y la piedra como material principal recuerdan a las formas, texturas y colores de las coladas volcánicas que han construido el territorio.
Con este simple gesto de adaptación y respeto al entorno, el edificio consigue todos los beneficios que la propia naturaleza le proporciona sin necesidad de artificios.
La sección del edificio se acopla a la ladera del barranco, salvo en aquellos puntos en que se levantan las chimeneas, quedando absolutamente protegido de los fuertes vientos de la zona. La envolvente del barranco limita, de la manera más favorable, la apertura de huecos, localizándose éstos en la orientación sur para lograr la aportación energética solar. Los muros de piedra le proporcionan una gran inercia térmica. Las chimeneas, como tubos volcánicos artificiales, son las encargadas del flujo de aire en el edificio, creando corrientes de ventilación natural que disipan el aire caliente de las partes altas.
Los visitantes inician su incursión desde el aparcamiento que, aunque protegido a oeste por muros de tosca, deja sentir a los visitantes los fuertes vientos dominantes. Desde aquí se acercan al edificio que, incrustado en el terreno, se ofrece como un conjunto escultórico de terrazas panorámicas donde se puede observar todo el parque y el paisaje lejano del Parque Natural de Montaña Pelada, así como asimilar las características climáticas, colorísticas y formales del entorno. Una vez en el vestíbulo se ofrecerá todo el directorio de usos del edificio, el inicio de la exposición interior y el acceso a la cafetería y el auditorio.